Redactado y publicado por Andrew Zimmerman

Me apetecía hablar de fútbol. Hablando con Scriers me dí cuenta que llevamos años siguiendo al F.C. Barcelona, pero pocas veces me había preguntado el porqué de ello. ¿Por qué soy del Barça?
Supongo que todo se lo debo a mi padre, que siempre fue culé y que nos descubrió el Barça de Cruyff a base de no perdonar ninguno de los partidos del barça que televisaban en Canal Sur a finales de los ochenta y principios de los noventa, fecha en la cual Scriers y yo comenzábamos a tener un mínimo de conciencia futbolística y cuando ya mirábamos con simpatía la pelota.
Ese equipo jugaba diferente al resto. Su obsesión era la posesión de la pelota y el buen trato al balón. La premisa era básica, cuanto más haces circular el balón y lo mantienes a este en tu poder, menos corres y menos cansancio acumulas, por tanto, el desgaste lo sufre el rival. El objetivo es estar siempre atacando mimando la bola, con la paciencia que haga falta, pero sin dar excesivos toques al esférico. Por eso entrenaban tanto los famosos rondos, para ejercitar el primer toque.
” Aquí hay que atacar y atacar, y los jugadores deben crecer sabiendo que, por su calidad, han de acostumbrarse a un estilo arriesgado“. Toda una declaración de intenciones que encierra un componente romántico, el de agradar al espectador jugando al fútbol, un intento por acercar el fútbol a la categoría de arte.

” En un medio que favorecía el discurso defensivo, las ideas del técnico holandés se interpretaban como una chaladura. Donde todos añadían defensas (dos centrales, un líbero, dos laterales con el adjetivo de carrileros y un medio tapón), Cruyff agregaba delanteros o jugadores con una vocación ofensiva. No pocas veces utilizó sólo tres defensas y siempre definió el juego con un medio centro creativo, primero Luis Milla, luego Pep Guardiola. Los dos extremos eran obligatorios. Sólo los quería para los últimos 20 metros, como al delantero centro. No los quería para trabajos que luego repercutían en su eficacia. No los quería para defender. [..]
En lo que parecía un atrevimiento descabellado, su equipo rompía muchas normas presuntamente sagradas. Ferrer y Sergi no llegaban al 1,70. Koeman, quizá el jugador más importante de la ‘era Cruyff’, era un armario que jugaba sin red de seguridad en el centro de la defensa. Un chico flaco que no podía correr, ni saltar, oficiaba de medio centro: era Guardiola. Laudrup fue rescatado del fútbol italiano, donde no se tuvo ninguna consideración por sus habilidades, y deslumbró como extremo o como delantero centro falso, aunque no pudiera quitar la pelota a nadie. Más tarde llegó Romario, un gordito que estaba en las antípodas de los arietes al uso. Pero Cruyff quería divertirse.”
Pero la cosa no quedó en un solo equipo, el mismo que con los años fue debilitándose hasta su inevitable ocaso. El Barça heredó su filosofía y ahora es difícil recordar un Barça que no apostara por el ataque. El mismo Robson, sucesor de Cruyff, no pudo cambiar el chip a sus jugadores y acabó apostando por un fútbol ofensivo donde De la Peña, Figo y Ronaldo fueron sus principales armas atacantes. El paso de los años (y de las crísis) tampoco mermó esta filosofía. Van Gaal ganó dos ligas con una propuesta claramente holandesa que apostaba por una alta participación de jugadores procedentes de la cantera del Ajax, cantera que ideó, organizó y propulsó Cruyff en su etapa como entrenador. Incluso Serra Ferrer intentó jugar con su 3-4-3 que finalmente fracasó asumiendo un 4-4-2 que lo privó de cotas más altas. Incluso en la penosa época de Gaspart en la presidencia, con un apabullante crisis de juego y resultados, el equipo siempre intentó jugar con la posesión de la pelota. Solo el breve periodo de Antic, que optó por un juego vertical casi contragolpeador, se salía de la norma.

prima el toque continuado de la pelota y una circulación rápida en los metros finales. Por supuesto que existen muchos modelos de equipo, muchas maneras de entender el fútbol tan válidos como este; el catenaccio de Ranieri, la rigurosidad táctica de Benitez, el empuje del Manchester de Ferguson, etc. Pero con este estilo es con el que me identifico, por su arriesgada y romántica idea del fútbol, su exquisita belleza. De este modo, sin ir más lejos, España ganó la Eurocopa, con el rebautizado tiqui-taca que apodó Andrés Montes y que tanto le debe al legado de Cruyff
El otro día le decía a mi padre que los partidos del Barça, sobre todos los últimos que he visto, parecen un calco los unos de los otros. Siempre jugando contra un equipo que lo espera. Resulta como si los mismos adversarios entendieran bien cual es su función para ganar a los azulgranas, jugar a la contra, porque si le juegas a intercambiar golpes seguramente salgas perdiendo. Para ello el barça, y eso no lo discuto, siempre se ha valido de los mejores jugadores de la historia (Romario, Ronaldo, Rivaldo, Ronaldinho, Messi, etc.) la mayoría fichados a golpe de talonario. Bueno, ese es el defecto, el barça es un club rico que lo preside un tipo que hace tiempo perdió su inicial coherencia y demuestra un catalanismo exacerbado y perjudicial para el club. Pequeños defectos que no empañan mi predilección hacia este club por el que no puedo evitar ser un ferviente seguidor y sentir sus colores.
Ahora tenemos al timón del barco al alumno aventajado de Cruyff, el genial y obsesivo Josep Guardiola, que ha pasado desde ser recogepelotas hasta entrenador por todas las categorías del club. Se merece un post, pero esa será una entrada para otro momento.
Andrew Zimmerman
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